La dignidad, según Nikolai Timofeich



Poliñka se inclina aún más sobre el mostrador y pregunta en voz baja:

-¿Por qué se marchó usted de nuestra casa tan temprano el jueves pasado, Nikolai Timofeich?

-¡Hum!… ¡Es extraño que reparara en ello!… –contesta con una ligera sonrisa el dependiente-. ¡Estaba usted tan entretenida con el señor estudiante, que… es extraño que se diese cuenta!

-¿Por qué?

-¿Que por qué?… Pues muy sencillo… Usted misma tiene que comprenderlo. ¿Para qué mortificarme?… ¡No sé verdaderamente por qué!… ¿Acaso puede serme agradable ver hacer papeles junto a usted a ese estudiante?… ¡Yo lo observo todo, y todo lo comprendo!… ¡Ya desde el otoño le hace la corte en serio… y usted se pasea con él casi diariamente, y cuando le tiene de visita en su casa, se lo come con los ojos, como si fuera un ángel!… ¡Está usted enamorada de él! ¡Para usted no hay hombre mejor!… Pues si es así… ¡perfectamente! ¡No hay nada más que hablar! ¡Todo lo veo muy claro!… ¿Qué razón hay, por tanto, para que vaya a su casa?… ¡Yo también tengo mi amor propio!...


                                                                                                          Poliñka, Anton Chéjov

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