Alrededor de las 3:30
Recuerdo muchos días ser feliz. Y para mí, la felicidad se siente más intensamente por las tardes. Podría decir que exactamente entre 3:30 y 5:00 de la tarde. Esa es mi hora de la felicidad. Cuando niña, recuerdo estar en la escuela, en mi aula, después del receso. De pronto vi por la ventana. Afuera podía verse a la ciudad viviendo: ferreterías, tiendas, personas trabajando, el mundo yendo y viniendo. Y yo ahí, una niña de seis años que escuchaba atenta a su lección. Nada me faltaba. Estaba protegida. Pronto iría a casa. Me sentí consciente y feliz. Y tengo muchos recuerdos así, como ese. En Puebla, cuando mi esposo se iba a trabajar su segunda jornada del día, yo me quedaba en casa. A veces era feliz y cuando no lo era tenía que salir por ahí a caminar para mitigar la tristeza (esto qué cliché se lee). Pero las 3:30 de la tarde significan muchas cosas para mí. El salir de mi trabajo en Pluma Nacional, cuando tenía como 19 o 20 años. Y saber que me dirigía a mi escuela, que aunque n