La Perla de John Steinbeck
Luego de un proceso afiebrado, debido a la necesidad de leer literatura, que duró casi un día, he concluido la lectura de La Perla. Aunque en la lista de mis lecturas se hallaba muy lejos y no le tocaba su turno todavía "la canción de la perla" se unió a "la canción de mi necesidad" y, en medio de todos los deberes, le hice su espacio. Decisión lectora que tuvo excelentes resultados.
La edición de La Perla que compré pertenece a la colección Grandes de la Literatura de Editores Mexicanos Unidos. Aunque en la portada promete un prólogo con la vida y obra del autor, esto no se cumple pues tal prólogo es sustituido con una breve introducción de media cuartilla con un resumen de la novela. No obstante, debo reconocer que una de las bondades de la edición es su precio de tan solo 35 pesos; pagar tan poco por una obra tan buena y que seguramente seguirá siendo parte del canon de la literatura por mucho tiempo, pues qué se puede decir. Bienvenidas más ediciones como ésta.
Debo reconocer que ya tenía algunas anticipaciones al contenido de la obra por una película mexicana que lleva el mismo nombre, dirigida por Emilio Fernández y protagonizada por Pedro Armendáriz padre. De alguna manera me entero por internet que o bien Steinbeck escribió el guión de la película y luego la novela o primero la novela y después el guión. El caso es que la novela desde su gestación sí estaba pensada para ser llevada al cine, condición que afecta en un sentido afortunado la narración. Pese a pertenecer a una década en la que la literatura todavía abusaba de las descripciones (recurso literario bastante usado en el siglo XIX, pero al que la introducción del cine y la imagen fotográfica estaba dejando sin efecto) esta novela utiliza sólo las necesarias para plantarnos en algún lugar del golfo de California, concretamente en un pueblo de pescadores.
Las descripciones en las que sí abunda Steinbeck no son las descripciones del naturalismo y del realismo; más bien son descripciones de los mundos interiores de los personajes. Sobre todo: descripciones increíblemente logradas de los sentimientos de los personajes. No se trata de psicologismo. El narrador, heterodiegético, consigue que entendamos que los sentimientos generados por una crisis emocional -la picadura de alacrán al hijo de Kino y Juana- no son un solo sentimiento, son más bien un nudo de sentimientos trabados en el corazón de una persona. Así que, al mismo tiempo que Kino tiene un resentimiento y desprecio ancestral por el médico, hombre de ciencia, también sabe que debe ser humilde ante él porque lo necesita Hay pasajes completos que ilustran la habilidad de Steinbeck por mostrar la complejidad del alma humana de esta manera. He aquí un ejemplo:
"Kino vaciló. El doctor no era de los suyos. Era de una raza que había golpeado y privado de alimentos y robado a la raza de Kino durante casi cuatrocientos años; y también la había aterrorizado, lo que hizo que Kino se acercara sumiso y humillado a la puerta de la casa del doctor, pero también furioso, en una mezcla de ira y terror. Para Kino hubiera sido más fácil matar al doctor que hablarle, porque el médico y los de su raza hablaban de Kino como si fueran bestias. Y cuando extendió la mano derecha para tomar el aldabón para tocar en la puerta, escuchó dentro de su cabeza el sonido martilleante de la música del enemigo; sin embargo, la mano izquierda tomó su sombrero, lista para quitárselo cuando llegara el momento" (19).
Otra de las características que vale la pena destacar de la narrativa es el buen manejo del cambio de perspectiva, sobre todo cuando la trama precisa presentar dos puntos de vista opuestos, habilidad que dota a la obra de una imparcialidad ante las desgracias de Kino. Si Steinbeck no hubiera manejado tan bien este recurso, nos hubiera entregado un relato lleno de lástima para con la desgracia del pescador. Pero presentar de un párrafo a otro un cambio en el focalizador, elimina esa posible dirección en la respuesta del lector. He aquí un ejemplo:
"Los vecinos sabían que acababan de ver algo maravilloso. Sabían que el tiempo comenzaría a contar a partir del hallazgo de la perla, y que ese momento se recordaría por años. Y si se cumplía lo que había dicho Kino, ellos describirían el aspecto de Kino, el brillo de sus pupilas, y repetirían sus palabras diciendo: es un hombre transfigurado al que se le había dado algún poder. Y miren al gran hombre en que se ha convertido. Yo fui testigo de ello. Y si fallaban los planes de Kino, esos vecinos dirían: ahí comenzó todo; la locura se apoderó de él y comenzó a decir cosas absurdas. Dios nos salve de caer en esas locuras. Porque lo que sucedió fue que Dios castigó a KIno por rebelarse contra el orden de las cosas. Miren en qué se ha convertido. Y yo fui testigo del momento cuando se volvió loco" (45).
El manejo de los personajes también es acertado. Ciertamente son arquetipos. Desde el inicio se planta que Kino es un representante de su raza y que Juana es, en escencia una mujer, a la que la define la maternidad. En cuanto al resto hay una polarización: son los otros, los malos, los que tienen envidia del hallazgo de Kino. Aunque en apariencia unidimensionales, creo que las exigencias de la historia justifican la decisión de configurarlos de esta manera, La Perla es un relato alegórico cuya profundidad radica en la abstracción de las motivaciones escenciales del hombre (sí, en masculino). Kino es un humilde pescador de perlas que se ve empujado por el peligro en que es puesto su hijo luego de la picadura del alacrán: el debe encontrar "la perla del mundo" para salvar al niño. Pero luego que el hijo se salva, Kino desea que vaya a la escuela, que lea y abra libros y escriba, y que escriba bien "hará números y eso nos hará libres porque él sabrá... y nosotros sabremos a través de él" (44).
En el trayecto de hacer estos sueños realidad, cabe destacar que Kino se confirma a sí mismo como un hombre. Soy un hombre, le dice a Juana cuando ella tiene miedo de los que quieren robarle la perla. Soy un hombre. Esta es una afirmación masculina que termina por transformar al humilde pescador en un hombre, en el sentido moderno del término, que es capaz de transformar su destino por sus propias manos. Pero Steinbeck se decanta por conducir a su héroe a pagar penitencia por haber caído en el pecado de hybris, al estilo de la tragedia griega: Kino "sabía que a los dioses no les gustan los proyectos humanos y que odian el éxito cuando no pasa por accidente. Sabía que los dioses son vengativos con los hombres cuando triunfan por sus méritos propios" (50).
La ilusión de Kino de convertirse en un hombre pleno se cumple, pero no en el sentido en el que esperaba. Ahora es un hombre que ha asesinado a otros y que ha humillado a su mujer. La última escena, que Steinbeck introduce de golpe, cuando apenas nos hemos repuesto de la muerte accidental de coyotito, su hijo, es la que muestra la estatura humana que han alcanzado los protagonistas, pues la mujer también se ha transformado. Muestra la medida a la que nos lleva el sufrimiento, el punto al que nos conduce la verdadera experiencia de nuestra mortalidad. He aquí la cita:
"Kino y Juana entraban al pueblo, con ella a su lado, y no atrás, siguiéndolo, como era la costumbre. (...) Kino llevaba los labios apretado, igual que sus mandíbulas; la gente lo veía como una tormenta a punto de explotar. La gente cuenta que parecía que habían pasado por los límites del dolor y de cualquier experiencia humana; cuentan que a su alrededor había como un halo de protección mágica; la gente retrocedía para dejarlos en paz y nadie hablaba" (133).
El uso de recursos de la tragedia griega también lo hace Steinbeck con la forma en que configura la conciencia del pueblo. Las opiniones sobre la experiencia de Kino el pueblo entero las vive como suyas, como algo que no es exclusivo del pescador. En este sentido el pueblo es un personaje a la manera del coro griego, que algunas veces funciona como conciencia, en otras como interlocutor y a veces de plano, solamente está de metiche.
Sin la pretensión de hacer de este comentario un ensayo, que tampoco he logrado, no quise pasar de largo la experiencia que esta lectura me dejó. La novela me ha parecido tan llena de significados sobre la condición humana y al mismo tiempo una acertada decisión de los recursos literarios que eran necesarios para lograrlo, que lo primero que he hecho en esta mañana es escribir este post.
Si yo fuera parte del jurado de Ginebra en 1962, votaría también a favor de este gran narrador por el Nobel. Ciertamente, era necesario.
PostData o PostScriptum: también hay que atender al final de la novela, cuando Kino lanza la perla y ésta se introduce de nuevo en el mar, el narrador abandona a Kino y su mujer en la playa para seguir la trayectoria de la perla. Y en lugar de que la historia acabe una vez que se han deshecho de ella, Steinbeck continúa la acción, aunque sólo dos párrafos más, sobre lo que ahora ocurre. Ahí, en el mar un cangrejo la devora, se hace una espuma de arena a su alrededor y la perla desaparece. Y por fin "la música de la perla se convirtió en un susurro y desapareció". Este final también me parece una hábil estrategia del narrador puesto que nos hace ver que la historia de esta novela no es sobre el pescador y su tragedia, sino que es la historia de LA PERLA. Ella es la cabrona protagonista de esta historia, pues sin ella Kino jamás habría actuado como lo hizo.
La edición de La Perla que compré pertenece a la colección Grandes de la Literatura de Editores Mexicanos Unidos. Aunque en la portada promete un prólogo con la vida y obra del autor, esto no se cumple pues tal prólogo es sustituido con una breve introducción de media cuartilla con un resumen de la novela. No obstante, debo reconocer que una de las bondades de la edición es su precio de tan solo 35 pesos; pagar tan poco por una obra tan buena y que seguramente seguirá siendo parte del canon de la literatura por mucho tiempo, pues qué se puede decir. Bienvenidas más ediciones como ésta.
Debo reconocer que ya tenía algunas anticipaciones al contenido de la obra por una película mexicana que lleva el mismo nombre, dirigida por Emilio Fernández y protagonizada por Pedro Armendáriz padre. De alguna manera me entero por internet que o bien Steinbeck escribió el guión de la película y luego la novela o primero la novela y después el guión. El caso es que la novela desde su gestación sí estaba pensada para ser llevada al cine, condición que afecta en un sentido afortunado la narración. Pese a pertenecer a una década en la que la literatura todavía abusaba de las descripciones (recurso literario bastante usado en el siglo XIX, pero al que la introducción del cine y la imagen fotográfica estaba dejando sin efecto) esta novela utiliza sólo las necesarias para plantarnos en algún lugar del golfo de California, concretamente en un pueblo de pescadores.
Las descripciones en las que sí abunda Steinbeck no son las descripciones del naturalismo y del realismo; más bien son descripciones de los mundos interiores de los personajes. Sobre todo: descripciones increíblemente logradas de los sentimientos de los personajes. No se trata de psicologismo. El narrador, heterodiegético, consigue que entendamos que los sentimientos generados por una crisis emocional -la picadura de alacrán al hijo de Kino y Juana- no son un solo sentimiento, son más bien un nudo de sentimientos trabados en el corazón de una persona. Así que, al mismo tiempo que Kino tiene un resentimiento y desprecio ancestral por el médico, hombre de ciencia, también sabe que debe ser humilde ante él porque lo necesita Hay pasajes completos que ilustran la habilidad de Steinbeck por mostrar la complejidad del alma humana de esta manera. He aquí un ejemplo:
"Kino vaciló. El doctor no era de los suyos. Era de una raza que había golpeado y privado de alimentos y robado a la raza de Kino durante casi cuatrocientos años; y también la había aterrorizado, lo que hizo que Kino se acercara sumiso y humillado a la puerta de la casa del doctor, pero también furioso, en una mezcla de ira y terror. Para Kino hubiera sido más fácil matar al doctor que hablarle, porque el médico y los de su raza hablaban de Kino como si fueran bestias. Y cuando extendió la mano derecha para tomar el aldabón para tocar en la puerta, escuchó dentro de su cabeza el sonido martilleante de la música del enemigo; sin embargo, la mano izquierda tomó su sombrero, lista para quitárselo cuando llegara el momento" (19).
Otra de las características que vale la pena destacar de la narrativa es el buen manejo del cambio de perspectiva, sobre todo cuando la trama precisa presentar dos puntos de vista opuestos, habilidad que dota a la obra de una imparcialidad ante las desgracias de Kino. Si Steinbeck no hubiera manejado tan bien este recurso, nos hubiera entregado un relato lleno de lástima para con la desgracia del pescador. Pero presentar de un párrafo a otro un cambio en el focalizador, elimina esa posible dirección en la respuesta del lector. He aquí un ejemplo:
"Los vecinos sabían que acababan de ver algo maravilloso. Sabían que el tiempo comenzaría a contar a partir del hallazgo de la perla, y que ese momento se recordaría por años. Y si se cumplía lo que había dicho Kino, ellos describirían el aspecto de Kino, el brillo de sus pupilas, y repetirían sus palabras diciendo: es un hombre transfigurado al que se le había dado algún poder. Y miren al gran hombre en que se ha convertido. Yo fui testigo de ello. Y si fallaban los planes de Kino, esos vecinos dirían: ahí comenzó todo; la locura se apoderó de él y comenzó a decir cosas absurdas. Dios nos salve de caer en esas locuras. Porque lo que sucedió fue que Dios castigó a KIno por rebelarse contra el orden de las cosas. Miren en qué se ha convertido. Y yo fui testigo del momento cuando se volvió loco" (45).
El manejo de los personajes también es acertado. Ciertamente son arquetipos. Desde el inicio se planta que Kino es un representante de su raza y que Juana es, en escencia una mujer, a la que la define la maternidad. En cuanto al resto hay una polarización: son los otros, los malos, los que tienen envidia del hallazgo de Kino. Aunque en apariencia unidimensionales, creo que las exigencias de la historia justifican la decisión de configurarlos de esta manera, La Perla es un relato alegórico cuya profundidad radica en la abstracción de las motivaciones escenciales del hombre (sí, en masculino). Kino es un humilde pescador de perlas que se ve empujado por el peligro en que es puesto su hijo luego de la picadura del alacrán: el debe encontrar "la perla del mundo" para salvar al niño. Pero luego que el hijo se salva, Kino desea que vaya a la escuela, que lea y abra libros y escriba, y que escriba bien "hará números y eso nos hará libres porque él sabrá... y nosotros sabremos a través de él" (44).
En el trayecto de hacer estos sueños realidad, cabe destacar que Kino se confirma a sí mismo como un hombre. Soy un hombre, le dice a Juana cuando ella tiene miedo de los que quieren robarle la perla. Soy un hombre. Esta es una afirmación masculina que termina por transformar al humilde pescador en un hombre, en el sentido moderno del término, que es capaz de transformar su destino por sus propias manos. Pero Steinbeck se decanta por conducir a su héroe a pagar penitencia por haber caído en el pecado de hybris, al estilo de la tragedia griega: Kino "sabía que a los dioses no les gustan los proyectos humanos y que odian el éxito cuando no pasa por accidente. Sabía que los dioses son vengativos con los hombres cuando triunfan por sus méritos propios" (50).
La ilusión de Kino de convertirse en un hombre pleno se cumple, pero no en el sentido en el que esperaba. Ahora es un hombre que ha asesinado a otros y que ha humillado a su mujer. La última escena, que Steinbeck introduce de golpe, cuando apenas nos hemos repuesto de la muerte accidental de coyotito, su hijo, es la que muestra la estatura humana que han alcanzado los protagonistas, pues la mujer también se ha transformado. Muestra la medida a la que nos lleva el sufrimiento, el punto al que nos conduce la verdadera experiencia de nuestra mortalidad. He aquí la cita:
"Kino y Juana entraban al pueblo, con ella a su lado, y no atrás, siguiéndolo, como era la costumbre. (...) Kino llevaba los labios apretado, igual que sus mandíbulas; la gente lo veía como una tormenta a punto de explotar. La gente cuenta que parecía que habían pasado por los límites del dolor y de cualquier experiencia humana; cuentan que a su alrededor había como un halo de protección mágica; la gente retrocedía para dejarlos en paz y nadie hablaba" (133).
El uso de recursos de la tragedia griega también lo hace Steinbeck con la forma en que configura la conciencia del pueblo. Las opiniones sobre la experiencia de Kino el pueblo entero las vive como suyas, como algo que no es exclusivo del pescador. En este sentido el pueblo es un personaje a la manera del coro griego, que algunas veces funciona como conciencia, en otras como interlocutor y a veces de plano, solamente está de metiche.
Sin la pretensión de hacer de este comentario un ensayo, que tampoco he logrado, no quise pasar de largo la experiencia que esta lectura me dejó. La novela me ha parecido tan llena de significados sobre la condición humana y al mismo tiempo una acertada decisión de los recursos literarios que eran necesarios para lograrlo, que lo primero que he hecho en esta mañana es escribir este post.
Si yo fuera parte del jurado de Ginebra en 1962, votaría también a favor de este gran narrador por el Nobel. Ciertamente, era necesario.
PostData o PostScriptum: también hay que atender al final de la novela, cuando Kino lanza la perla y ésta se introduce de nuevo en el mar, el narrador abandona a Kino y su mujer en la playa para seguir la trayectoria de la perla. Y en lugar de que la historia acabe una vez que se han deshecho de ella, Steinbeck continúa la acción, aunque sólo dos párrafos más, sobre lo que ahora ocurre. Ahí, en el mar un cangrejo la devora, se hace una espuma de arena a su alrededor y la perla desaparece. Y por fin "la música de la perla se convirtió en un susurro y desapareció". Este final también me parece una hábil estrategia del narrador puesto que nos hace ver que la historia de esta novela no es sobre el pescador y su tragedia, sino que es la historia de LA PERLA. Ella es la cabrona protagonista de esta historia, pues sin ella Kino jamás habría actuado como lo hizo.