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Gloria Anzaldúa: A women lies buried under me

Una mujer yace enterrada bajo de mí, sepultada por siglos, presuntamente muerta. Una mujer yace enterrada bajo de mí. Oigo su suave susurro, el roce áspero de su piel de pergamino luchando contra los pliegues de su mortaja. Sus ojos están perforados por agujas, sus párpados, dos polillas que aletean. Una mujer yace enterrada bajo de mí, temerosa de despertar, temerosa de enfrentar los óvalos sin ojos de rostros íntimos. Y elige. Una mujer yace enterrada bajo de mí, soñando que camina sobre los cuernos de la luna y despierta al pie de su puente. Una mujer yace enterrada bajo de mí. Vestida de negro la luna derrama su luz— una frágil piel de serpiente rozando mi rostro. Una mujer yace enterrada bajo de mí. Oigo su suave susurro, el crujido de sus alas de pergamino luchando contra los pliegues de mi mortaja. Una mujer yace enterrada bajo de mí. Emerjo cubierta de barro. Ramitas caen de mis ojos. Me levanto, huelo cada flor, toco las cuatro esquinas y los árboles en llamas. En mis propias ...

Presentación Editorial: Archivo de Fanzines de Aguascalientes en Feria del Libro Antiguo y de Ocasión (Tijuana, 2022).

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La (nueva) vida con la letra M

Desde después de la pandemia (2020-2022) he tenido terror auténtico de leer mis evaluaciones como profesora en la universidad. Terror genuino. Miedo de leer y derrumbarme sobre mis cenizas de profesora distinguida y precarizada. Las generaciones que vinieron después y durante el COVID me parecieron tan complejas de tratar y educar, que yo misma sentía que mi vocación para la docencia de la literatura se había acabado, había llegado a su fin.  Pero el nuevo descubrimiento de mi parte (al atreverme, por fin a abrir los archivos de las evaluaciones) es que aún sigo siendo una profesora estimada, quizá no tanto como lo fui los primeros diez años de mi inserción al mundo académico superior, pero al fin sigo siendo alguien en quien los estudiantes siguen creyendo. Eso más o menos dicen sus comentarios.  En cambio, el verdadero descubrimiento fue darme cuenta que he llegado a la menopausia, y que ese acontecimiento es el que estuvo detrás de lo que yo creí era simple cansancio, dolor...

Moses Lake

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Cuando terminé la carrera de literatura me sentí terriblemente perdida. Y ese era el mismo sentimiento que compartía con toda mi familia. Mi papá apenas salía de una depresión que lo inmovilizó laboralmente durante unos ocho años; nadie ahí sabíamos a dónde ir o qué hacer. Estábamos totalmente perdidos como individuos y como familia. Es un hallazgo emocional que recientemente descubrí y que me explica muchas cosas de una manera liberadora. Me quita cargos de conciencia y culpas que mucho tiempo sentí que me atañían solo individualmente.  Entre las aventuras locas en las que seguimos a mi papá fue irnos a vivir a Washington, a un pueblo agrícola llamado Moses Lake. Llegamos ahí de la nada que era nuestro naufragio y afortunadamente encontramos personas bien asentadas que nos brindaron ayuda para reorientar, en el caso de mi papá, el nuevo proyecto al que debía dirigir su vida, a sus casi setenta años.  Estar perdida es algo a lo que me habitué y que volví a repetir con mucha te...

Avanzandito

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Los anhelos por construir la historia de la literatura en Baja California, de hecho: la historia literaria de cualquier lugar, sobrepasan las capacidades y ambiciones de una sola persona.  Me da gusto acompañarme de personas que vamos en el mismo riel y espero que compartir nos haga menos egoístas y más cooperativos, a fin de escribir una historia literaria; o diré mejor: las historias literarias que narren aquello que deseamos mantener en la memoria. 

Eso que llaman equilibrio y "madurez"

Qué fantástica es la vida, lo digo a esta edad. Tiene todo aquello que imaginamos y un pilón de más. Queremos amar, y no contamos con que también otros nos amarán. Queremos una profesión y encontramos un sentido para trabajar, para esforzarnos, incluso para frustrarnos un poco. Todo aquello que viene trae su partida doble; tiene su parte de recompensa, pero también de dolor y aprendizaje. A veces llega primero lo mejor y otras veces hemos de cargar con la parte doliente, por mucho tiempo, sin que entonces comprendamos que esa dificultad viene disfrazada de embrollo porque después entenderemos el aprendizaje que trae dentro. Es como una película extensa (pero debiera decir novela), con múltiples tramas de las que no sabemos su finalidad, pero lo que importa es vivirlas mientras están ocurriendo, porque incluso después extrañaremos esas penas porque representaban nuestra inocencia ante el mundo. Porque cuando ya no duele nada, o duele cada vez menos, también se pierde un tanto de la in...

Alrededor de las 3:30

Recuerdo muchos días ser feliz. Y para mí, la felicidad se siente más intensamente por las tardes. Podría decir que exactamente entre 3:30 y 5:00 de la tarde. Esa es mi hora de la felicidad. Cuando niña, recuerdo estar en la escuela, en mi aula, después del receso. De pronto vi por la ventana. Afuera podía verse a la ciudad viviendo: ferreterías, tiendas, personas trabajando, el mundo yendo y viniendo. Y yo ahí, una niña de seis años que escuchaba atenta a su lección. Nada me faltaba. Estaba protegida. Pronto iría a casa. Me sentí consciente y feliz. Y tengo muchos recuerdos así, como ese. En Puebla, cuando mi esposo se iba a trabajar su segunda jornada del día, yo me quedaba en casa. A veces era feliz y cuando no lo era tenía que salir por ahí a caminar para mitigar la tristeza (esto qué cliché se lee). Pero las 3:30 de la tarde significan muchas cosas para mí. El salir de mi trabajo en Pluma Nacional, cuando tenía como 19 o 20 años. Y saber que me dirigía a mi escuela, que aunque n...