Aquellos toros

No sin mucha tristeza y el arraigo de una soledad inmensa dentro de mí, cumplí una especie de encierro durante los cuatro años y medio que viví en Puebla. Tan profundo fue para mí ese periodo, lo recuerdo así. Un pozo profundo de meditación. Entre las situaciones que fueron significativas en medio de esa gran soledad fue haber leído a Murakami. Recuerdo que después de haber terminado los cuentos de Sauce ciego, mujer dormida, decidí que quería terminar un libro de cuentos que había empezado antes de irme de Tijuana. Lo decidí así simplemente. Ni siquiera pensé en publicarlos ni nada de eso que acompaña al mundo literario. Recuerdo sentarme en la gran mesa de Deni, debajo de su tapanco y empezar a armar mi trabajo en una laptop muy lenta que hace poco regalé a una estudiante. Escribí 16 historias breves. Como en un periodo de 4 o 5 meses. Quizá menos. No escribí nada de poesía. Y terminé mi tesis, mucho antes de que la maestría concluyera, como tres meses antes. 
Entre otras cosas que recuerdo haber adquirido en esos días de terrible soledad (así la sentí) fue haber aprendido algunas figuras del Tai Chi. Lo practiqué como por unos dos años más. Es de esas cosas que ahora siento que me sería difícil tener la paciencia para ir armando cada movimiento. El tiempo en el departamento de Deni siempre pareció expandirse extrañamente. Y yo era muy disciplinada. Nunca pude irme a dormir después de las 11pm, ni levantarme después de las 8am. Siempre sentí que debía estar de pie temprano. Recuerdo tener una rutina muy clara en todo: lectura, limpieza de la casa, ejercicio, cocina, escritura. Era eso o perder el sentido de todo. Era eso o enfrentarme de cara a un futuro que no podía ver. Fue algo tan extraño que nunca en mi vida antes y después de Puebla lo he sentido (ni aun ahora en medio de la pandemia mundial): no poder tener una imagen del futuro. Es algo horrible y pienso ahora que aunque fue una época de un gran crecimiento, también fue una temporada muy oscura y difícil de sobrellevar. Como ninguna otra. Aunque después enfrentaría otros toros, nunca fueron tan grandes como aquellos. 

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