Tristeza, Lucy Villa

No estoy a tu altura, tristeza
aunque estire el cuello y me pare de puntitas.
Mido menos del 1.60
Tus nubes son muy altas, tristeza, excesiva su grisura
El apellido Villa no fue nunca un saco a mi medida.
No entiendo la lasitud con la que agazapas un cuerpo
o ¿por qué custodias las depresiones
detrás de las ridículas notas de un piano?
Me miras con desdén
porque sabes que ambas somos
como una cuenta regresiva
que va hacia ninguna parte.
Ni siquiera entiendo
el agrio impromptu que te compuso Chopin
menos la distancia que linda entre tus gotas de lluvia
¿Por qué resides en las alas de un ave en extinción?
Tu altura, tristeza
es ese saco imposible de medir, de contabilizar
ese vacío de las bancas,
esa incertidumbre mordiéndonos a tarascadas
que nos hace voltear
para preguntarnos si hemos dejado
suficientes holocaustos para ti.
No quiero vulgarizarte
contemplando cuadros de los impresionistas
entornando los ojos acodada en una ventana
Ni duda cabe
no estoy capacitada
para hacerte una epopeya
ni una égloga
o elegía que oscureciendo dé luz,
soy incapaz de rendirte pleitesía u homenajearte
de someterme a tu régimen de piernas cruzadas
y café. Pero te juro, mi queja no ha de prolongarse
a la segunda cuartilla.
Tan solo, tan solo, tristeza
quería dejarlo en claro.

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