El incendio que habitan: Antología de autoras por autoras
La
planificación de esta antología data del mes de febrero del 2022, periodo en el
que la poeta, editora y promotora cultural Mónica Morales estableció contacto
con varias escritoras bajacalifornianas para proponerles una colaboración. Se
trataba de una edición especial de la revista Hipérbole Frontera, dirigida por ella, titulada Meditación en el umbral, y pensada
originalmente como un homenaje a Rosario Castellanos. El número resultó un
dossier que logró reunir a treinta y ocho creadoras de distintas generaciones
literarias que, en diferentes estilos y formatos, presentaron su trabajo de
escritura en poesía, cuento y reseña. De circulación electrónica, el número de
la revista se fue convirtiendo en un proyecto que interesó a la editora Rosa
Espinoza para convertirlo en libro impreso. Así fue como, unos meses más tarde,
quienes fuimos reunidas en la revista, recibimos la invitación formal de Pinos
Alados para concretar el acuerdo de la publicación.
Para
mediados de diciembre del mismo año, la editorial nos hizo llegar la versión
final de la antología. En esta, se retiraron algunas escritoras y se agregaron
nuevas, hasta alcanzar el número de cuarenta. El volumen se hizo más homogéneo
al mantener el 99% de los textos del género de poesía, resultando así el
muestrario más reciente de los estilos y temáticas en los que se ha volcado la
producción poética de las mujeres en los últimos veinte años. Esto lo afirmo considerando
que el texto de más remota publicación en la selección es el de Julieta
González Irigoyen, "Te amaré hasta que se acaben los lunes", que data
del año 2003.
Debo
confesar que la concreción del proyecto en sí me provocó una alta dosis de entusiasmo
y optimismo, al tratarse de una recopilación que considero necesaria para la
reflexión del fenómeno escritural en este lado del país. Y, a casi un mes de
mis primeras impresiones, me resolví a analizar algunas de las características
dignas de resaltar en el volumen.
En
primer término, es justo hacer notar que se trata de la primera antología
escrita, seleccionada y publicada por mujeres bajacalifornianas. Antes de esta
solo existen dos: Red de lunas (1999),
compendio inédito de poesía de autoras mexicalenses, preparado por Katery
Mónica García Martínez y Nuestra cama es
de flores. Antología de poesía erótica femenina (Centro Cultural Tijuana,
2007), de Roberto Castillo. Estas dos compilaciones delimitan el corpus
integrándolas por lugar de origen o residencia, Mexicali, para el caso de Red de lunas y por estilo, en el caso
del repertorio elegido por Castillo. Por su parte, El incendio que habitan, aunque no es estrictamente un recuento
exhaustivo de escritoras de poesía, en cambio sí acomete el compromiso de ser una
producción en la cual las mujeres se encuentran involucradas en todos los
aspectos que un trabajo editorial supone: escritura, selección, curaduría,
edición y publicación. Notable es como producto, puesto que detrás de cada uno
de esos procesos se encuentra la evidencia del trabajo profesionalizado por las
mujeres en el campo de la literatura, que evidencia ya no ser exclusivo de un
solo género.
Otro
aspecto a resaltar es la diversidad de temáticas en las que se despliega esta
compilación. Si bien el índice solo presenta a las poetas en un alfabetizado, de
su lectura son reconocibles las variadas formas del deber con el texto poético
y sus tradiciones. Y en este sentido, aunque la mayoría opta por presentarse
más apegadas al lirismo y a los tópicos erótico-amorosos, son seguidas por otro
grupo que elige prestar su atención en torno a dos temas que se han mantenido
en la discusión pública, en los veinte años que condensa esta producción: el
ecocidio y la presencia de la violencia en todos los órdenes. Se asoman también
las preocupaciones generacionales más recientes: la sororidad entre las
mujeres, el abuso infantil, la pandemia por la propagación del Covid-19 y la
diversidad sexual. En cambio, es evidente la ausencia de los asuntos que
tipificaron a la producción poética en el medio editorial regional en las
décadas de 1980-1990: la migración y la identidad fronteriza. Esto demuestra
que, temáticamente, las creadoras han ido construyendo sus propias señas de
reconocimiento en la escritura, mismas que en algunos puntos logran hacerlas
coincidir, sin que esto haya sido resultado directo de un proyecto en colectivo.
Al menos no revelado aun de forma deliberada.
En
las últimas etapas de la edición, Rosa Espinoza convocó a la elección del título.
En un ejercicio de pluralidad, dado a través de mensajes de correo electrónico,
las autoras nos decantamos porque la presencia del fuego debiera figurar en el
nombre. Después de varias deliberaciones, se decidió al fin El incendio que habitan, puesto que las
referencias a la combustión aparecen de diversas maneras en muchos de los
poemas. Esta coincidencia no me parece fortuita. Testigas hemos sido de que las
manifestaciones más encendidas por los reclamos feministas de la cuarta ola han
llevado la consigna de "quemarlo todo". Un mandato contemporáneo
radical que obedece a la necesidad de usar la metáfora del fuego como elemento purificador,
placer o salvamento. En esta antología, el incendio es la habitación en la que
fulgurantes, ardorosas y resplandecientes, cuarenta escritoras decidieron
reunirse para iluminarnos con su palabra encendida.