Epístola para Claudia Silva. En tu memoria
Querida güerita: Me cuesta trabajo no decirte de esa manera, pues siempre fuiste para mí la güerita de los jueves y siempre lo seguirás siendo, aunque para ti ya se hayan acabado para siempre los tintes y los retoques. En cambio, los jueves no se han acabado y no se acabarán nunca. A estas alturas, es algo que empiezo a comprender: que la vida es un devenir constante a la que le vale madres nuestra singularidad terrenal. Que los jueves seguirán siempre ahí, para que los caminen por los bulevares otras adolescentes teñidas de rubio o de moreno, asustadas de su propio poder seductor, y que esas ya no seremos nosotras. Quiero decirte que de este lado las cosas se pusieron muy complejas y que, en ese sentido, fuiste muy afortunada de largarte por tu propio pie y ponerle punto final a tu historia. Porque para mí, fuiste tú misma quien decidió trascender las limitaciones del cuerpo, eso lo tengo muy claro. No te imagino, nunca te imaginaré, siendo víctima de una enfermedad simplona y cul...