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Mostrando entradas de mayo, 2020

Música relajante

Escuché muchísima música relajante en un periodo de demasiada tristeza (ahora no dije soledad). Había emprendido mis estudios de doctorado, lo cual inicialmente me puso feliz, pero también abrió un espacio de experiencias muy jodidas con personas realmente enfermas ahí. En lugar de convertirse en un espacio de aprendizaje y crecimiento, ese programa funcionaba como un espacio de denigración de los talentos de cualquier persona. No sólo yo, que era ajena a la historia (sí, porque ahora no lo soy) sino también para muchos de los compañeros que estudiaron la maestría y el doctorado en diferentes generaciones a la mía: había quien se encargaba de joderte la vida. Yo lo experimenté.  Descubrir esas maldades del mundo me hizo entristecer realmente. Muchas veces me sentí en la cuerda floja y sin amigos que me apoyaran. Y tuve que echar mano de la fuerza dentro de mí, porque después del episodio poblano, yo ya sentía que había una fuerza dentro de mí. Yo no me iba a abandonar a mí misma. Eso

Aquellos toros

No sin mucha tristeza y el arraigo de una soledad inmensa dentro de mí, cumplí una especie de encierro durante los cuatro años y medio que viví en Puebla. Tan profundo fue para mí ese periodo, lo recuerdo así. Un pozo profundo de meditación. Entre las situaciones que fueron significativas en medio de esa gran soledad fue haber leído a Murakami. Recuerdo que después de haber terminado los cuentos de Sauce ciego, mujer dormida, decidí que quería terminar un libro de cuentos que había empezado antes de irme de Tijuana. Lo decidí así simplemente. Ni siquiera pensé en publicarlos ni nada de eso que acompaña al mundo literario. Recuerdo sentarme en la gran mesa de Deni, debajo de su tapanco y empezar a armar mi trabajo en una laptop muy lenta que hace poco regalé a una estudiante. Escribí 16 historias breves. Como en un periodo de 4 o 5 meses. Quizá menos. No escribí nada de poesía. Y terminé mi tesis, mucho antes de que la maestría concluyera, como tres meses antes.  Entre otras cosas qu

Esa sensación de...

Hace unos meses escribía en un diario que llevo (porque tengo una escritura oculta, que nunca sale a la luz), escribía en ese diario que necesitaba encerrarme de nuevo un tiempo para escribir. Pero con tanto trabajo y que me encanta meterme en camisas ajenas y pequeñas, ¿de dónde iba a sacar tiempo para hacerlo? De febrero para acá decidí renunciar a un trabajo que a veces me implicaba más trabajo. Dejé mis clases de los sábados y todas esas buenas relaciones y charlas que de ahí surgían. Y "afortunadamente" no he conseguido un rol de tiempo completo como profesora. Tampoco me invitaron a la organización de la FLT esta vez. Entonces, súbitamente, empezó a haber tiempo por ahí. Tiempo suelto. Ya logré conseguir una chica que me apoya en algunos trabajos de investigación y eso es algo bueno porque no quiero dejar de investigar nunca. Pero ¿y el tiempo para la escritura? Odio esa sensación de empezar a escribir algo y dejarlo porque las vacaciones se terminan. Puff, ese abrup