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Mostrando entradas de julio, 2020

Cuarentona y de cuarentena, still.

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lookin' in your big brown eye-yes,ooh ya

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I've been watching you... Standing across the room i saw you smile, Said i wanna talk to you-hoo-woo for a little while, but before i make my move my emotions start running wi-hild, My tongue gets tied and that's no lie i look in your eye-ye-ye-ye-eyes, i'm lookin' in your big brown eye-yes,ooh ya

Pulposos

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A veces la liebre brinca por el lado que decidimos seguirla. Hoy recibí mis ejemplares de la Antología de cuentos pulposos, en la que participo con un cuento. Ha sido agradable, y un tanto halagador, estar en este volumen con personas que considero buenos escritores. Con trayectoria y oficio. El cuento que entregué al editor no lo había escrito especialmente para esta publicación. Era parte de un proyecto anterior que no se ha concretado. Participo con una historia que recrea un poco la culpabilidad de no atender las necesidades de otro. No creo que sea lo mejor que he escrito para ese antiguo proyecto, pero era lo que mejor se ajustaba a la propuesta de Lapicero Rojo. Como sea, me siento bien de retomar y mantenerme de nuevo en la escritura de ficción. Creo que haré bien en quedarme ahí por un buen rato. 

300 palabras

He retomado casi sin dificultad la escritura de ficción literaria. Me he propuesto armar siete cuentos para integrarlos a un proyecto que dejé inconcluso hace casi siete años. Ya sabemos lo que pasó en ese largo periodo. 😎 Sin dejar mis deberes domésticos y con la fortuna de no tener compromisos académicos en puerta, consigo escribir de 300 a 400 palabras diarias. Me tomo de 3 a 4 horas para pensar el rumbo que debe llevar la historia, soltar y luego corregir. Nunca he terminado un cuento en ese tiempo. El primero, de los siete que me autoimpuse, lo dejé casi listo en 14 días. Es un trabajo lento, lo sé.  Parte del día también lo dedico a la lectura. Ninguna de las que son por encargo, ni siquiera las que debo hacer para preparar mi columna. Leo 50 o 60 páginas de un libro literario al que le traiga ganas. Así terminé Manual para mujeres de la limpieza, de Lucía Berlín. Y así es como llevo comenzado Demasiada felicidad, de Alice Munro.  Debo decir que a pesar de los ruidos que

Claudia, un ángel

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Dice mi hermana Lucila que sólo debemos permitirnos ver hacia el pasado para agarrar vuelo hacia delante. Es cierto. Estoy convencida que para ser más feliz hay que vivir plenamente el tiempo presente. Ayer estábamos en eso, arreglando unos deberes inmobiliarios de suma importancia, cuando me llegó el mensaje de la muerte de mi amiga Claudia Silva. De pronto no pude atender, o no supe cómo responder, pero lo que restó del día no pude evitar visitar el pasado de mi adolescencia y todos esos momentos que compartí con mi amiga. La recuerdo muy valiente y determinada, cuando yo era una chamaca miedosa. Y con sus botas cafés de tacón. Era algo imponente.  Compartimos la amistad en esos años de indecisión posteriores a la salida de la preparatoria e ingreso a la universidad. Bueno, la indecisión era mía porque Milka y Claudia siempre fueron más decididas que yo y eligieron muy pronto sus profesiones. En cambio, yo viví todo un drama. Primero anduve de actriz en un grupo de teatro y estuve

Círculo de lectoras

Entre las actividades que decidí conservar este año fue mi círculo de lectoras. No es un grupo abierto al público sino un espacio de amigas que, antes de que yo las conociera, ya compartían la sociabilidad entre ellas. Me llamaron un día para proponerme coordinar las sesiones del círculo cada mes y así llegué de "intrusa" a su grupo. Por supuesto, nos hemos decantado por la novela, que es el género que más engancha en este tipo de círculos (yo creo). Ya antes había coordinado otra reunión de mujeres, aunque la experiencia no resultó del todo bien. Aún así, tengo buenos recuerdos de aquel grupo.  En plena cuarentena por el Covid la organizadora decidió que regresáramos a la actividad, que siempre fue presencial, utilizando la ahora famosa plataforma Zoom. Me ha gustado el cambio. En medio del aislamiento, me ha dado un estímulo para mantener la corrección del lenguaje que obliga cualquier posición de maestro. Extrañaba eso. Tener esa responsabilidad de guiar una discusión.