Y luego bucearé tan adentro
que me plantaré sobre el instante aquel
en que decidiste dejar en mí tu huella.

Este es nuestro código secreto:
mi nariz es tu nariz
(tus bostezos también son largos)
y esa asimetría por la cual reconozco
que tu cara está en mi cara
más o menos de perfil
nunca al posar de frente
pero casi sí
en los vistazos que duran

apenas tres segundos. 

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